Si aún no experimentas los poderes calmantes del Yoga, existe evidencia suficiente para respaldar la adición de esta práctica a tu lucha contra el dolor.
Te listamos 8 tipos de dolores comunes y la forma en que podrían beneficiarte, todos respaldados por la ciencia.
La meditación puede ser la respuesta para aliviar el dolor de cuello recurrente o crónico, según sugiere un estudio de 2015 en “The Journal of Pain”. Los investigadores encontraron que la mayoría de los participantes que experimentaron dolor de cuello crónico reportaron una reducción significativa en el dolor y las quejas relacionadas con el dolor después de ocho semanas de la práctica de meditación jyoti. La meditación jyoti es una técnica tradicional de meditación hindú. Ésta consiste en la repetición de mantras y el enfoque en el tercer ojo.
“El dolor crónico se asocia frecuentemente con la angustia, y el dolor de cuello está relacionado específicamente con altos niveles de estrés”, dice Andreas Michalsen, M.D., uno de los investigadores del estudio y profesor en la Charité University de Berlin. Él plantea la hipótesis de que cualquiera de las diversas formas de meditación que alivian el estrés, incluida la meditación consciente, podría ofrecer beneficios similares para el alivio del dolor al modular las señales de dolor neurobiológico y las vías en el cerebro. En otras palabras, la meditación esencialmente elimina el sufrimiento relacionado con el dolor.
¿Quieres Una razón más para pedirle clases de Yoga en la oficina a tu jefe? Se demostró que la práctica en el lugar de trabajo reduce el estrés de los empleados y alivia el dolor de espalda en un estudio publicado en el “Journal of Occupational Medicine”. A los participantes se les pidió practicar Yoga durante 50 minutos una vez a la semana durante ocho semanas. También se les permitió practicar hasta dos veces por semana durante 20 minutos en casa con un DVD. Al comparar con un grupo que no practicaba Yoga, los practicantes informaron niveles más bajos de estrés y tristeza. Así también, de menos dolor de espalda. Aunque pequeño, el estudio confirma los muchos beneficios del Yoga para reducir el dolor.
La combinación de la práctica del Yoga y la meditación con el tratamiento médico tradicional puede ayudar a las personas con dolor crónico a encontrar más alivio que la medicina sola, según una investigación realizada por Patrick Randolph, Ph.D., en la Universidad de Texas Tech. Su estudio siguió a 78 pacientes con dolor crónico que, a diferencia del dolor agudo, a menudo no está asociado con una lesión en particular y puede aparecer y desaparecer durante meses o incluso años sin patrón.
Además de cualquier tratamiento médico que recibían, asistieron a varias clases con posturas suaves con énfasis en la atención plena. También se les pidió que meditaran durante mínimo 45 minutos por día, seis días por semana, en meditación guiada. Después, el 79% dijo que su condición mejoró un poco o mucho. “La mayoría de las personas que experimentan dolor crónico también experimentan depresión o ansiedad”. Lo anterior, según Randolph, ex-director de servicios psicológicos en el Instituto Internacional del Dolor en el Centro de Ciencia y Salud de la Universidad Texas Tech. “Así que trata tanto el cuerpo como la mente al mismo tiempo”.
Aunque los maestros de Yoga han estado utilizando esta práctica para tratar con éxito el síndrome del túnel carpiano durante años, la primera evidencia científica de su efectividad se produjo en un artículo de 1998 publicado en el “Journal of American Medical Association”. En un ensayo de 42 pacientes, 50% de los pacientes participaron en un programa de ocho semanas de Yoga Iyengar. Mientras tanto, el grupo de control recibió férulas en la muñeca.
Marian Garfinkel fue la autora principal del estudio y profesora principal del método de Yoga Iyengar. Garfinkel enseñó en el grupo de Yoga 11 posturas diseñadas para fortalecer y estirar cada articulación de la parte superior del cuerpo, junto con Savasana. Después de la intervención, las personas que habían hecho Yoga tenían menos dolor y una mejoría significativa en la fuerza de agarre en comparación con los controles. Si bien el grupo estudiado fue pequeño y podría haber tenido mayor alcance, los resultados fueron alentadores.
Una investigación de la Universidad de Rutgers encontró que el Yoga puede ayudar a mejorar la movilidad y la calidad de vida de las personas que viven con esclerosis múltiple (EM). En el estudio, las mujeres con EM aprendieron sobre su filosofía y practicaron ejercicios de respiración y posturas restaurativas. Todo ésto durante 90 minutos dos veces por semana. Después de ocho semanas, pudieron caminar mejor por distancias cortas y por períodos de tiempo más largos. También tuvieron mejor coordinación de la motricidad fina y mostraron mejoras en el equilibrio al tiempo que retrocedían. También informaron menos dolor y fatiga que cuando comenzaron el ensayo, según los investigadores.
Los resultados prometedores de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) sugieren que el Yoga Iyengar puede ser efectivo y ofrece alivio para los pacientes con artritis reumatoide (AR), una enfermedad autoinmune que causa fatiga, rigidez y dolor en las articulaciones y puede provocar deterioro articular y óseo si no se trata. En el estudio, se ofrecieron clases de Yoga Iyengar a 11 mujeres con AR durante 6 semanas. Mientras tanto, un grupo de control de 15 mujeres continuó con sus vidas normales durante el estudio.
Según Kirsten Lung, responsable del estudio, mostró que los practicantes de Yoga habían mejorado en varias áreas. Entre ellas, la salud general y la vitalidad, mientras que el grupo de control se mantuvo igual.
Sin embargo, los practicantes de Yoga no informaron una diferencia en sus niveles de dolor. Sólo reportaron su capacidad para hacer frente al dolor. Pero, también se determinó la duración probablemente no fue suficiente para determinar si el Yoga podría ayudar con el dolor. Y, como la mayoría de los médicos nos dirán, la capacidad de lidiar mejor con el dolor significa menos estrés. Menos estrés significa menos tensión muscular y cortisol en el cuerpo. Ésto a menudo conduce naturalmente a menos dolor real.
Un estudio realizado en la Universidad de Rajastán, publicado en el “Journal of Headache”, mostró que el Yoga puede ayudar a reducir la intensidad y la frecuencia de las migrañas. Los pacientes practicaron una secuencia de posturas de Yoga. Entre ellos, ejercicios de respiración, relajación, meditación y mantras durante tres meses. ¿El resultado? Los problemas de migraña de los participantes mejoraron, al igual que su ritmo cardíaco. “Los científicos consideraron que la serotonina, es un factor crucial para los dolores de cabeza. Piensan que los niveles bajos de serotonina podrían hacer que los vasos sanguíneos se dilaten y causen migrañas. Y se sabe que el Yoga mejora los niveles de serotonina “, dijo la investigadora Neha Sharma.
Si a ti o a un ser querido le han diagnosticado cáncer, esta es una noticia que no se toma a la ligera. Participar en un programa de Yoga ayudó a los sobrevivientes de cáncer a sentirse mejor física, emocional y espiritualmente. Ésto según los hallazgos preliminares de la investigadora y terapeuta de Yoga Cheryl Fenner Brown. Su estudio también mostró una correlación entre la práctica de los aspectos “contemplativos” del Yoga. O sea, la configuración de intenciones, mudra, pranayama y relajación final. Así también, de un mayor aumento del bienestar emocional y espiritual.
“La participación en el protocolo HYCS mostró una disminución del 8.8% en la gravedad de los síntomas físicos. HYCS del Inglés “Healing Yoga for Cancer Survivorship”. Es decir, fatiga, trastornos del sueño, dolor e interferencia de los efectos secundarios. También, un aumento del 6.6% en el bienestar funcional. A una disminución del 10.3% en la gravedad de los síntomas emocionales. Y, un 13.9% de aumento en el bienestar espiritual, dice Fenner Brown, quien desarrolló el protocolo HYCS.
Los participantes del estudio incluyeron 19 sobrevivientes de cáncer con una edad promedio de 56 años. Tdos con un tiempo promedio desde que completaron la radio y quimioterapia de poco más de tres años. Sus diagnósticos incluyeron cáncer de mama, linfoma, leucemia, melanoma y cánceres neuroendocrinos, endometriales, ováricos, cerebrales, rectales y renales.
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